ANTECENTES HISTORICOS DE LA EPIDEMIOLOGIA.
La transformación de la
epidemiologia es una ciencia que ha tomado varios siglos, y puede decirse que
es una ciencia joven. Todavía en 1928,
el epidemiólogo ingles Clifford señalaba que la disciplina, a pesar de su
antiguo linaje, se encontraba en la infancia. Como muestra afirmaba que sus
escasos logros contenidos en la disciplina en los últimos 50 años no le
permitían reclamar un lugar entre las ciencias exactas; que apenas se tenía
alguna literatura especializada y que en vano podían buscarse sus libros de
texto, dudaba incluso que los problemas abordados por ella estuviesen
claramente comprendidos por los propios epidemiólogos. 7 décadas más tarde el
panorama descrito por Gill parece diferente, y actualmente ningún avance médico
sería completo sin la participación de la epidemiología.
PLAGAS, PESTES, CONTAGIOS Y
EPIDEMIAS.
El estudio de las
enfermedades como fenómeno poblacional es casi tan antiguo como la escritura y
las primeras descripciones de padecimientos que afectan a poblaciones enteras,
se refiere a enfermedades de naturaleza infecciosas. El papiro de Ebers, menciona
unas fiebres pestilentes, probablemente malaria, que asolaron a la población de
los márgenes del Nilo alrededor del año 2000 a.c. es probable que el texto en
el que se hace más antigua referencia a un padecimiento colectivo. La aparición
periódica de plagas y pestilencias en la prehistoria es indiscutible. En Egipto
hace 3000 años se veneraba a una diosa de la peste llamada Sekmeth, y existen momias de entre 2000 a 3000 años de antigüedad
que muestran afecciones dérmicas surgentes de viruela y lepra. Dado que la
momificación estaba reservada a los personajes más importantes del antiguo
Egipto no se ve extraño que este tipo de afecciones fuera mucho más frecuente
entre la población general.
La aparición de plagas a lo largo de la
historia también fue registrada en la mayor parte de los libros sagrados, en
especial La Biblia, el Talmud y el Corán, que adicionalmente contiene las
primeras normas para prevenir las enfermedades contagiosas. De estas
descripciones destaca la plaga que obligó al faraón egipcio la salida de los
judíos alrededor del año 1224 a.c
Muchos escritores griegos y
latinos se refirieron a menudo al surgimiento de lo que denominaron
pestilencias, la más famosas de estas descripciones es quizá la plaga de
Atenas, que asoló a esta ciudad en el año 430 a.c una de las características
más notables de éstas descripciones es que dejan muy claro que la mayoría de la
población creía firmemente que muchos padecimientos eran contagiosos, a
diferencia de los médicos de la época quienes pusieron poca atención en el
concepto de contagio. Como ya hemos dicho, la Biblia, el Corán y el Talmud,
recomiendan numerosas prácticas sanitarias preventivas, como el lavado de manos
y alimentos, la circuncisión, el aislamiento de enfermos y la cremación de los
cadáveres; algunos enfermos como los leprosos eran aislados y tenían prohibido
establecer comunicación con la población sana.
La primera referencia
propiamente médica de un término análogo se encuentra en Hipócrates quien usó
las expresiones epidémico y endémico para referirse a los padecimientos según
fueran o no propios de un determinado lugar. Hipócrates no secundó las
creencias populares sobre el contagio, y atribuyó la aparición de las
enfermedades al ambiente malsano (miasmas) y a la falta de moderación de la
dieta y las actividades físicas. El texto hipocrático señala que la dieta, el
clima, la calidad de la tierra, los vientos y el agua son los factores
involucrados en el desarrollo de las enfermedades en la población, al influir
sobre el equilibrio del hombre y con su ambiente.
Entre los siglos III y XV,
durante el periodo en el que la iglesia católica gozó de una hegemonía casi
absoluta en el terreno de la ciencia, se creía que la enfermedad de la salud
significaba el castigo y el perdón divino, y las explicaciones sobre las causas
de los padecimientos colectivos estuvieron prácticamente ausentes en los
escritos médicos de esta época.
Durante el reinado del
emperador Justiniano, la terrible plaga que azotó al mundo ya recibió el nombre
griego de epidemia. No se sabe exactamente desde cuando el término epidémico de
usa para referirse a la presentación de un número inesperado de casos de enfermedad.
En 1546 Girolamo Fracastoro publicó su primer
libro en donde por primera vez describe todas las enfermedades que en ese
momento podrían clasificarse como contagiosas (peste, lepra, tisis, sarna,
rabia, erisipela, viruela, ántrax y tracoma) Fracastoro fue el primero en
establecer claramente el concepto de enfermedad contagiosa. A Fracastoro le
cabe el honor de ser el primer médico que estableció qué enfermedades
específicas resultan contagiosas, presentando la primera teoría general del
contagio vivo de la enfermedad. Desde este punto de vista, debe ser considerado
el padre de la epidemiología moderna.
Treinta y cuatro años
después de Fracastoro, en 1580, el médico francés Guillaume publicó el libro epidemiolum, conteniendo una relación
completa de las epidemias de sarampión, difteria peste bubónica. Debido a que
Guillaume tuvo una gran influencia en la enseñanza de la medicina durante la
última parte del siglo XVI y la primera del siglo XVII, sus trabajos tuvieron
un importante impacto en la práctica médica de todo el siglo XVII.
En castellano la primera
referencia al término epidemiología según Nájera se encuentra en los libros que
con tal título se publicó en Madrid en 1598. Los términos epidémico y endémico
fueron incorporados a nuestro idioma apenas unos años más tarde, hacia 1606. En
aquella época, endémicos significaba simplemente la residencia permanente de
alguien en un lugar. Epidémico entonces se denominaba a aquel que temporalmente
residía en un lugar en donde era extranjero.
Desde mucho antes, en el
occidente medieval se llevaron a cabo actividades productivas que podrían
calificarse como epidemiológicas en el sentido actual del término. La iglesia ejecutó durante muchos siglos
acciones de control sanitario destinadas a mantener lejos del cuerpo las
enfermedades que viajaban con los ejércitos y el comercio, y tempranamente
aparecieron prácticas sanitarias que basaban su fuerza en los resultados de
aislamiento y cuarentena.
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